Te escribo hoy, antes de que se termine de escribir el
destino.
Antes de que se terminen de quebrar esos hilos invisibles que se
tejieron cuando nos conocimos y que algunos llaman amistad, pero que se tejen
incluso mucho antes de que esa palabra se forme.
Lo que hiciste no se le hace a nadie. Simplemente no se
hace.
Solo quien no sabe lo que es el amor y el respeto es capaz
de actuar de la manera que lo hiciste. Lamento que no te hayan abrazado o
querido lo suficiente de niño.
Espero que te cueste dormir en las noches y sinceramente
deseo que alguna vez sientas esto que hiciste sentir, porque únicamente de esa
manera es que una persona tan hipócrita y centrada en si misma puede llegar a
entender el alcance de sus acciones.
No basta con que saques la cabeza de ese agujero en el que
la tenés metida, tenés que además experimentar la traición de la misma manera.
Y aquí ya no cabe el perdón, los dos bien sabemos.
Por último, y porque todavía no se rompieron esos hilos
invisibles es que te deseo algo más que una vida prestada.
No quieras vivir bajo la sombra constante de la traición.